Esta suele ser mi rutina. Cerca de 8 ó 9 kilómetros y poco más, todo a casi seis el kilómetro. Y desde hace un par de semanas también hacemos tirada larga, en mi caso plagadas de múltiple paradas.
Las rodillas me limitan, los aquiles me limitan, el peso me limita. Todo me limita.
Y de repente, me apunto al maratón de Madrid.
Allá por 2009 anhelaba pasar de 25k y llegar al 30, y ahora me veo más cerca de dejarlo en el 20 que de finalizar.
No se donde me llevará la carrera este año pero tenía ganas de estar de nuevo en linea de salida, jugando a lo incierto de la distancia.
En el plano anímico me veo ajeno a todo y a todos. Estoy en otro mundo que no es el de correr ni el de maratón. Lo que yo conocía ya no está, esto ha cambiado mucho y no me gusta lo que veo.
Para este maratón no me fijo en marcas ni en ritmos, no me preocupa más llegar que no llegar, no pienso en sufrir o en no sufrir, en pararme o no pararme, tan solo en ser y en estar.
Soy maratoniano y estaré en el maratón de este año.
Maratón es el deporte de la victoria. Y esta vez me viene sin necesidad de nada más.