martes, 20 de diciembre de 2022

Maratón de Madrid 2023. Cuando Filípides va, yo vuelvo. Maratón es el deporte de la victoria y cuanto más fracaso más victoria encuentro porque aún puedo afrontar salir para perder.

Acababa el maratón del año pasado pensando si quizá sería la última vez.

Sentirse maratoniano una vez más cuesta 60€ y un trozo de vida. También me apunté a la media de Getafe, pero eso no cuenta.

Tengo la cabeza infectada de maratón, el cuerpo viejo y gastado, el sentido común aparcado, el alma en disputa con mi vida pasada, presente y futura, no me importa ser insensato, no merecerlo, no entrenarlo, no ser nada, llega la fecha y vuelvo a apuntarme.

Irremediablemente los 42k me superan, sin épica, sin deporte, sin alegría, sin nada de lo que había vivido antes. 

Tengo 51 años y me resulta más fácil hacer 20 kilómetros cruzando Madrid que correr 3 kilómetros seguidos dentro del recorrido habitual.

Me hunde lo cotidiano, lo fácil, la vida acaba cuando ya no tienes valor de enfrentarte a una derrota segura. Creo que es lo único que me queda, ya no estoy preparado para afrontar nada que no sea una victoria segura. Los viejos somos así, solo salimos si sabemos que vamos a ganar. 

Salir para perder es de jóvenes. 

Para correr ligero hay que dejar los problemas en casa, y yo me los llevo conmigo a todos lados, a veces me vienen a la cabeza de repente y mis piernas se paran de golpe. Tengo que buscar un nuevo pensamiento feliz para continuar. A veces no lo encuentro y regreso andando, contemplando el cielo, los cristales de los escaparates, o lo que caiga delante de mis ojos. 

Saldré a perder, probablemente desde el k10, miraré el globo de las cinco horas y me reiré de aquel día en 2012 que me encontré de cara con el de las 3:00h. Sufro cuando corro, cuando pienso que corría rápido y ligero, puedo mirar pocas cosas frente a frente, pero esto es aún a lo poco que llego. 

Salir, sufrir, llegar. No hay nada más, ya no veo nada más que eso. ¿Cuando se jodió el Maratón?, creo que  el año pasado cuando pensaba que podía ser la última vez. Ese pensamiento es malo y creo que ya ha venido para quedarse. Cada maratón podrá ser la última. Cada día podrá ser mi última vez. 

Correr para ser, en eso nos hemos quedado, y Abril es mes de maratón, cuando Filípides va, yo vuelvo.

Maratón es el deporte de la victoria y cuanto más fracaso más victoria encuentro porque aún puedo afrontar salir para perder.

jueves, 26 de mayo de 2022

Maratón de Madrid 2022. El maratón es un deporte para los que no se sienten viejos. Y yo soy maratoniano.

 En cinco horas y media de carrera pasan muchas cosas. 

Veo a los amigos del club como cada año. Me despido de mi compañero de maratones que sigue en su cajón de los pro.

En mi mente solo tenía una pregunta ¿qué coño hago aquí?

El maratón es una historia de memoria y aprendizaje. Tu te puedes preparar para correr, pero hay una parte que está instalada en tu cabeza que es lo que te hace no volverte a casa y mandar todo a paseo. Si llego al 10, sigo hasta el 20, y si llego al 20 sigo al 30, y si llego al 30 ya lo termino. Todo eso independientemente de lo que hayas entrenado. 

Y yo no lo había entrenado. Llevo un año terrible en todo, no lograba hacer 4 kilómetros seguidos. Estoy muy pasado de peso. Mi mejor marca la logré pesando 75 Kg y ahora estoy en 89kg.

Curiosamente en las dos veces que hice tirada larga antes del maratón mi cabeza me permitía hacer distancias de 15 y 17 k sin parar y acabando más o menos bien.

Comienzo la carrera con trote cochinero con la idea de llegar así hasta donde se pueda. Así aguante hasta la Casa de Campo. A partir de ahí todo fue caminar correr hasta la meta.



Correr un maratón en 3:21 es fácil, lo difícil es entrenarlo durante el año previo para correr así. Correr en 5:30 es fácil si tu cabeza no te permite dejarlo, pero la lectura que me hago es si estoy en mi sitio o ya es momento de decir adiós. 

Me mantengo porque mi amigo sigue yendo a esto, le sigue importando que yo esté también. Hemos visto a muchos amigos que ya no están aquí.

Para correr se necesita poner en la balanza muchas cosas y tener fuerza para elegir cosas y desechar otras. Se necesita correr con algo de alegría y algo de ilusión, de otra manera se convierte en un sufrimiento estéril.

En mi cabeza no pasaban estos pensamientos cuando tenía 30 ó 40. Este no es un deporte para viejos que se sienten viejos. Quizá el punto de partida sea ese. 

Siempre he pensado que mantendría esa alegría e ilusión para siempre pero no es así, a veces se va y desaparece y solo corres con tu propia vejez, con un cuerpo gordo y débil de 50 años.


Te dices muchas cosas, visualizas tu vida y recuerdas cuando rodabas fácil a 4:17. No hace tanto de eso pero está a millones de años luz.

Al final, esto es dar un paso detrás de otro y no dejarlo hasta llegar. La misma historia de maratón de siempre, vivida de forma más pobre y menos ilusionante, pero al final te cuelgas la medalla, recoges la  bolsa con tus cosas y vuelves a casa.

Me descalcé y caminé por la Castellana que estaba ya vacía sin gente ni corredores. Otro año más, quizá el último. 

No se es más maratoniano por correr más rápido, o entrenar mejor. Se es maratoniano
o no se es, y punto. Y yo lo soy.