martes, 29 de octubre de 2013

Consejos de un lesionado de larga duración.

La frase del encabezamiento de esta entrada puede continuar de dos formas: para un corredor de maratón sano y a pleno rendimiento o bien, para otro corredor que lleva más de tres meses parado. 

Por el momento no se como quedará el tendón y si podré correr, vivo en la incertidumbre total., por ello, los consejos para el corredor sano me los guardo para cuando vea que yo soy uno de ellos, o al menos lo parezca. 

Nunca doy consejos científicos desde la ciencia en este blog, no pretendo dar lecciones de fisioterapia, piscología o medicina deportiva. Esto no va más allá de una mera experiencia personal, con aciertos y errores, por si lo uno o lo otro sirven a alguien y que GOOGLE se encargue de hacer de nexo entre un corredor que busca información y otro que la aporta.

Ahora, movido por el afecto y la solidaridad con aquellos con los que comparto lesión de larga duración, me permito soltar unas frases de ayuda para aportar algo que me ha servido a mi de ayuda y aún me hace bien, pensando principalmente en aquellos que llevan un par de meses lesionados y acaban de descubrir con pavor que son lesionados de larga duración y que lo suyo va para largo:


1. Problema: cuidado con los comentarios de los amigos runners, la culpa acecha. Esto te lo has hecho por correr mucho, por no fortalecer tal o cual músculo, por no estirar, por competir tanto. 

Solución: a partir del segundo mes parado la culpa ya no importa, busca solo la curación. No hay maldad, los amigos se ponen en tu piel y tratan de desvelar la causa. No se lo tomes a mal y no cargues con toda el sentimiento de culpa. 

2. Problema: cancelación de obetivos y pruebas con dorsal ya pagado. A tomar por saco el maratón que estabas preparando y probablemente ya han caido una par de medias que sin la lesión habrías disputado. Incluso a tomar por saco la evolución que llevabas que en el maratón del semestre siguiente habrías logrado el pico de forma irrepetible.

Solución: tu objetivo es ganar al bicho que te está jodiendo el aquiles (mi bicho), la pubalgia, la condromalacia, la tendinitis de rodilla el piramidal o como quiera que se llame tu bicho particular. En esa prueba llamada "recuperación" solo compites tu, si no la corres no la ganas, si no la entrenas ni la podrás empezar. Date de baja de todo aquello que te separe del fin primario que es la recuperación. No hay nada, absolutamente nada en este mundo runner que merezca más la pena que curarte. Eres el puto amo también en la lesión.

3. Problema: dudas en el tratamiento: tipos como yo que no somos médicos opinando en internet, el fisio que opina una cosa y el colega del club que tuvo una lesión igual opina otra cosa, el traumatólogo te dirá otra, el especialista de imagen te puede soltar su opinión incluso, si todas se parecen la cosa no genera problema, si difieren ¿que hacer?.

Solución: atiende a la prelación. De menos a más, primero el colega, luego el fisio, luego el especialista de imagen y al final el que parte el bacalao es el médico traumatólogo. Vale, la que a final decide es la esposa, pero me parecía muy fuerte ponerlo por escrito. Vuelvo al tema. Si el especialista te dice algo que no te cuadra te vas a otro y buscas una segunda opinión. Se lo dices tal cual, que quieres otra opinión, contrasta lo que el otro te dijo con este y seguramente lleguéis al mismo lugar. Hay que hacerse valer, tanto si eres sub 5 horas en maratón como si fueras la élite mundial.

4. Problema: desesperación entre pruebas médicas, resultados y tratamientos: entre que te mandan la prueba y te dan el resultado y después se decide un tratamiento pueden pasar meses entre una y otra, estando en periodos largos de inacción.

Solución: cuando vas por el kilómetro cinco no te pones a pensar en lo que te queda hasta el 30, pues aquí tampoco lo hagas. En carrera es fácil, te distraes con el ambiente, charlas con corredores, llevas los tiempos, cuidas la hidratación y la alimentación. Pues en las esperas es igual. Trata de distraerte con otros deportes que "sirvan" para algo, charla con corredores, controla los tiempos para que no te dominen, cuida la hidratación y no te pases con la comida, sigues siendo corredor, que no se te olvide.

5. Problema: un problema gordo: los kilos. La falta de ejercicio hace que todo te aproveche, el tipín pasa a ser de bola en muy poco tiempo. Estas acostumbrado a comer lo que te da la gana y el hábito es muy dificil de quitar, además hay un estado permanente de ansiedad que se mitiga comiendo. En Mapoma 2.012 llegué con 73,00kg y ahora estoy en 83kg (y comiendo galletas mientras escribo).

Solución: no creo en las dietas, sí en la comida ordenada, pero una cosa es lo que crea y otra lo que haga, por desgracia. Las cervezas y el pan es lo peor que llevo, no puedo dejarlo. La verdad es que no he dejado nada de nada y todo lo hago igual o más. Lo único que me he obligado es a pesarme, lo hago diariamente; no hago dieta y por ello no espero milagros pero al menos tengo el control de mi evolución. Si pasa el tiempo, mucho tiempo, y ves que has subido diez kilos no te sientas mal. Si vuelves a correr ya caeran esos kilos. Además, ahora que no nos oye nadie, una cosa es el peso ideal para correr y otra es el peso normal de tipos de nuestra edad, que entre una cosa y otra median 6 o 7 kilos. Repite conmigo, ser un cara chupada es de maratonianos y enfermos terminales, la gente normal tiene caras amables y nutridas con normalidad. Y ahora eso no toca.

6. Problema: pasan los meses y nada de nada: cuando te das cuenta que lo tuyo va para largo siéntete libre de desesperarte, puedes frustarte, es lógico, corriendo eres el puto amo pero la realidad es que en las cosas de la vida eres normalito y puedes caer. Vale, caes a veces y puede que como a mi que cuando creas que ya no puedes estar peor suceda algo que te descubra un doble fondo en lo más profundo del subsuelo. 

Solución: cada uno saca las fuerzas de donde sea, saca el espíritu maratoniano y recuerda que cuando te apuntas a una carrera lo que realmente estás haciendo es apuntarte a lo que va del 30 al final, lo que hay antes no es maratón, así que aquí lo mismo, piensa que lo que has construido en tu mundo interior de maratoniano es la capacidad de afrontar, eso no asegura el éxito, como en maratón, pero si te da certeza de que no lo dejarás. A la segunda que caigas y veas que vuelves te darás cuenta de lo que te digo. Somos una máquina de afrontar dificultades, con mejor o peor éxito pero nos partimos la cara por lo que queremos que no es otra cosa que Seguir (con mayúsculas).

7. Problema: todo me recuerda a correr: veo un tipo corriendo, un chaval cruza una calle, los niños corren en el parque, paso delante de mi club, mi hijo corre, mi hemano corre, mi cuñada corre, joder Madrid está lleno de gente que corre a todas horas. En casa las zapas están pidiendo a gritos que las saque, el GPS se queda sin batería, dudo si era marzo, abril o mayo la última vez que sali a correr, los cajones están repletos de camisetas. Lo que mas me jode no es el jogger, sino el corredor de maratón, es ahí cuando me acuerdo y duele.

Solución: cuando pasan los meses hay que cuidarla salud mental un poquito, soy fuerte pero no queiro estar sometido a tanta presión. Cogí los cajones y me quedé con las camisetas de los Mapomas y la del Cross Tres Refugios, el pantalón de Nike de todas las Maratones y uno con forro interior que está casi nuevo, todo lo demás al contendor de ropa. Muerto el perro se acabó la rabia. Ya volveré a acumular ropa en otro momento. Lo de ver a los corredores jode y es inevitable.

8. Problema: ya no volveré a correr: ese pensamiento es el chungo, cuando viene no se quita, te hace pequeño y te acojona. Tu mundo está rodeado de domingos de tirada larga, catalogas a los amigos por su tiempo en maratón, el móvil está lleno de "fulanito correr" y "meganito club", los armarios están llenos de ropa técnica, varias zapas y tus conversaciones recurrentes son las que ya sabes, carreras, tiempos de series y cosas así Tu vida y tu entorno social, es el maratón. Sin eso ¿quién coño eres?.

Solución: como decía antes, esto lo he dejado para el final porque, es el chungo de los chungos y lo peor es que no se puede evitar. Yo con este pensamiento hago como en el kilómetro 40, me digo a mi mismo que aunque duela hay que apretar el culo y seguir, que para lo que queda hay que acabar esta puta mierda.

En resumen, me ha ido mejor afrontando que rehuyendo, me ha venido bien no tomar la posición de "dejo de pensar en ello para no castigarme". No he dejado ni un día de pensar en el aquiles, no he dejado de desear correr cada día (varias veces), ha sido doloroso y continúa siéndolo pero al final de todo lo que había en mi vida de corredor realmente solo me queda esto, el anhelo de correr. Desde luego ese pensamiento ha sido muy doloroso pero al final se ha convertido en aquello que me anima a seguir, esto es Maratón, a mi modo claro, se que duele y que tengo que pagar un precio, pero el maratón es lo que tiene, que para ser feliz no tienes que pedir permiso a nadie, sales y lo coges.

En el segmento delimitado por la lesión denominado punto A y por la curación denominado punto B, solo importa el punto B.

lunes, 21 de octubre de 2013

Maratón de Boston, una historia de no correr, de bastones, prótesis, piernas, dolor y ausencias.

Cuando uno está centrado en su cosas, sus pequeñeces y sus limitaciones viene Dios y te pone en tu sitio, en el de mirar para afuera, en el de pensar que cuando estas llegando a la meta del maratón y crees que ya no puedes más aún hay gente que le quedan dos horas para llegar y que lo pasará peor. 

Pues eso, que esta entrada va del dolor ajeno, del mucho peor, de maratón y de piernas.

Me acabo de encontrar con este artículo del The Wall Street Journal, habla de los AMPUTADOS DEL MARATÓN DE BOSTON.

The Boston Marathon bombings on April 15 killed three people and injured more than 260, including 16 people who lost limbs. See how they are doing now.


domingo, 20 de octubre de 2013

Operación de Tendinosis en corredor de Maratón, tapando el miedo con valor, sacando esperanza desde el fondo de una zapatilla.

Depilado de pata maratoniana. 

Ponga una vía a este maratoniano, señorita¡. Tómele la tensión y el pulso, que está a 65. La enfermera dice que esa cifra significa que estoy tranquilo. Es cierto, lo estoy, pero es esa tranquilidad de sudor frio de poco antes de salir a correr un maratón donde el cuerpo se detiene para prepararse. Me colocan una pulsera identificativa, no son tiempos de paso, es solo mi nombre y número de historia. Historias tengo muchas, si yo te contara. Salgo de la habitación subido a una cama vertiginosa y ya en quirófano con brazos en cruz. Hecho un Cristo. Uno para la vía y sus mezclas anestésicas y otro para extraer los factores de crecimiento. Y en bolas. Esta vez nada de pudor, bata transparente quitada y culo al aire y un póngase de lado que va la epidural. Qué gran momento, me dicen que están acostumbrados y les contesto con firmeza Letrada que yo no tengo esa costumbre y pienso para mí que el desnudo del maratoniano pesa al pudor del maratoniano, o sea a mí, que me jode la humillación y que podía haber llevado el pantalón Nike negro que me acompaña a las aventuras de 42k, o al menos la toga, que da cierto empaque y distinción erúdita. Si al menos el pijama tuviera un dorsal....
Nadie se presenta, ni dice su función, profesión, ellos están ahí desde el principio de los tiempos y el recién aterrizado soy yo. Vale, admito su descortesía y disfunción oral. Dos tratan de activar un botón de un aparato y como no aciertan con sus guantes esterilizados lo acciono yo, se descojonan, pero yo soy así, práctico, eficaz y rápido. Más que nadie. Dame diez minutos más y me opero yo mismo.

Vamos a ponerle boca abajo, dicen. Y los mecánicos abren la chapa, limpian el tendón con un rastrilo quirúrgico. No los dos centímetros de rigor sino algo más, para comprobar que todo estaba tan mal como la ecografía y la resonancia advertían. Dejan el calibre reducido casi a la mitad, eso es suficiente y de postre se han encontrado con un líquido que procedía de un quiste. A tomar por el culo el quiste, que según refiere el traumatólogo era lo que me venía causando dolor. Pues adiós fuente del dolor. Cuando se está boca abajo y medio drogado se piensa poco, se escucha poco y te dejas hacer, cordero entregado.
Llego a la sala de Reanimación. No siento las piernas, me echo mano de la picha y no la siento, mal rollo. Pienso en los que habitualmente no sienten las piernas. Bravo, aún no pienso solo en mis cosas, no debo de estar tan acojonado como se me supone. Llego a la habitación y tengo el impulso de apretar el botón del GPS, echo, consumado, liquidado, finiquitado, terminado, libre, vacuo y expédito.
Las enfermeras me dan antiinflamatorios, remedios hospitalarios y dejan un escanciador de plástico blanco en el que jamás arrojaría un vino tinto. Mi compañero de habitación se va, ya no suena Richard Clairderman en su portátil. La noche trae un trajín de enfermeras, cambios de botellas de paracetamol y otras variantes.
Amanece el sábado y me traen un relaxing cup of coffee.   
 El sol de la mañana es triste. Pienso en un futuro lejano en el que yo estaré corriendo y me río de mi mismo, de mi poca amplitud. Me veo el Suunto tan cerca de esparadrapos y agujas y me vuelvo a reir de la naturaleza humana tan pobre que tengo. Poquilla cosa soy, pijama azul, pinchado, grapado y vendado. 
 Me he traido dos muletas. Me servirán.
Antes de irme hay que hacer una cura, me quita la venda y aprovecho para hacer fotos, con espíritu de japonés. El traumatólogo explica de nuevo lo que me ha hecho y confía en que pueda hacer vida de corredor semiprofesional, me dice eso y joder, puede que se me haya ido la mano exagerando. Aunque advierte que si el tendón está reducido a la mitad habrá riesgo de rotura, que aunque siempre lo hay, medie operación de tendinosis o no, quiere advertirlo expresamente. Ah¡, que de postre me manda un mes de pinchazo de eparina para evitar coágulos, que yo mismo habré de inyectarme. Si quieres cafe, esta vez tienes cien tazas.
Quita el esparadrapo y empiezo a gritar internamente como una chica en las películas de miedo, si, con esa misma voz, pues pienso que la sangre se queda pegada a la venda y que me iba a doler. Pero soreprendentemente no hay sangre ni dolor. Hay un camino de hormigas, hay 17 grapas en tu honor, dice Gabinete Caligari. Coño, soy Ironman.
Mi mujer me saca en silla de ruedas del hospital, zigzageando en los pasillos del hospital, se abre la última puerta y veo la calle, entro al coche y llego a casa. Mis hijos me dan una "bienbenida" (el cartel de bienvenida lo escribió mi hijo de 8 años). Me tomo un cafe con leche con cafeina, luego una cerveza en la comida y varios amigos maratonianos llaman para tocar el espíritu de conquista. Los Fulanito correr y los Menganitos Club de mi agenda no fallan.
Cuando piensas que ya no puedes tocar más fondo descubres que bajo el suelo hay incluso más subsuelo. Cuando esto lo experimentas varias veces ya te da igual caer más profundo y te asombras de lo que un hombre puede llegar a caer. Solo necesitas saber que tienes a tu lado la firme voluntad de salir adelante, de escalar uno a uno los subsuelos, los fondos oscuros, dar luz, llegar  nivel de asfalto, kilómetros y distancia. 

Mucha distancia, estoy corriendo, es un día soleado de Marzo, me veo, voy rodando a menos de cinco, respiro bien, cuido la caida del pie, esquivo una rama que entra en mi camino y continúo, por delante me quedan dos horas de carrera aún, voy bien, disfruto, estoy corriendo, no estoy solo, a mi lado veo los pies de otros corredores que se suceden, el tono leve y grave del ritmo de carrera se repite, esas caras me dicen mucho, es Maratón, soy maratoniano y estoy corriendo.

Maratón es el deporte de la victoria. 

martes, 8 de octubre de 2013

17 de Octubre, actualización a SO 42.1

Me operaré de mi tendinosis el próximo 17.

En mi fuero interno esa operación es el primer día de entrenamiento para mi siguiente maratón.

Me esperan tres meses de escayola y otros seis meses hasta que el aquiles vuelva a su ser, si es que eso llega a ser así algún día, que seguro no hay nada en esta vida y menos en cuestiones que reúnan a traumatología, maratonianos y aquiles.

Ahí empieza todo, de nuevo, esta gran obra que es la vida de un corredor de maratones.

Eso es lo que soy, corredor de maratones.