lunes, 19 de octubre de 2015

Entrenando maratón o no. Y lo humilde no está de moda.

Salgo menos de 10k, siempre descanso un día (menos una vez), paro cada vez que me siento agotado (muchas veces), en las subidas trato de no forzar el pie, me cuido, me animo, me obligo educadamente a seguir, no me obsesiono con los ritmos pero no dejo de mirar el Gps, trato de fortalecer poco a poco las piernas para que sostenga mejor rodillas y aquiles que sufren mucho cada "vuelta a empezar". No entreno para maratón, pero entreno para maratón, yo me entiendo.

En esas rutinas los kilómetros van pasando, los días de verano desaparecieron y están olvidados, ahora la lluvia y los cielos negros son los nuevos escenarios. Y no es malo, todo lo contrario, no hay nada mejor que te pille un cambio de estación mientras corres de madrugada, te hace sentir vivo, y parte de la naturaleza. Lo malo es cuando te pilla en casa y no puedes salir. No nos quejemos tanto por favor.

Estamos en Octubre y ya no queda nadie de los corredores ocasionales de temporada cálida. Cuento entre los fijos a la señora del chandal (mezcla de una jodida marine y reloj suizo), y poco más. Unos vienen y otros se van, todo cambia y nada permanece y los corredores  de temporada y de modelito épico se vuelven a sus cintas de correr, a la protección de la sala acristalada y calefactada. 

Ahora correr no es como en verano, ahora correr es pasar frío, soportar lluvia y viento, toca la cara B de la cinta, los temas menos comerciales, y es cuando "hay que ser corredor" para salir a correr. 

Cierro la sesión en el Gps y me envía mensajitos chorras, un día llamaré a Nike para ver si comprenden que estas modas no gustan a todo el mundo. 

Aprovecho para hacer una crítica a la Holi Run, por si alguien piensa que es una carrera que lo sepa, no lo es, es otra cosa,  a la que puedes ir con una botella de vino y gaseosa o incluso fumar. Correr, como deporte en si mismo, representa poner a prueba la resistencia en movimiento de un cuerpo humano, así, tan sencillo y simple como eso, no se necesitan distracciones, es grande, inmensamente grande en si mismo. Tiene su propia importancia, y no necesita de adornos ni postizos.

Pero claro, lo humilde no está de moda.