lunes, 21 de julio de 2014

Meeting Internacional de atletismo de Madrid, 100 ml Populares.




15.25 segundos.

Tal cual, sin ambages. Ha salido todo lo mal que puede salir una prueba de atletismo. No he disfrutado nada, lo he hecho todo mal y no puedo sacar otra conclusión que la de que ha sido un fracaso absoluto, pero .... bueno hay mucho que contar.

Llego a las instalaciones de Moratalaz a eso de las 4.30. Me acompaña mi hijo y un amigo de su club de atletismo. Llevo viniendo con ellos varios años y esto lo tienen como un fijo en sus calendarios. Les gusta mucho, aprenden técnica y se han convertido en unos auténticos "meninos de la pista": allá donde regalan una bolsa para los clavos, reparten una camiseta, firman un autógrafo, se hacen una foto o dan un ramo de flores, ahí están ellos.




Mi hijo este año se ha hecho una foto con la jamaicana Kaliese Spencer, plata en Mundial 2014 de pista cubierta en Sopot (Polonia)en 400 ml y 4x400; y se ha traido el ramo de la vencedora de los 100ml femeninos.



Paso por el control de dorsales y me dan un dorsal de papel engomado con cuaro agujeros y una bolsa de regalo. Probablemente es la mejor bolsa de corredor del mundo por la relación, precio/distancia recorrida. Dos invitaciones para el Meeting, una camiseta Joma elástica y unos calcetines Joma, todo por 5€.


Pregunto por el orden de las carrreras y me señalan una hoja colgada en un poste. Saco las gafas de ver de cerca para verlo, joder soy el único que usa gafas para ver de cerca.

A las 17.18 es la llamada para el cajón de salida y salgo a estirar un poco. No hace calor y la tarde es muy fresca en Madrid, si no fuera por el viento sería perfecta. 

Veo a Javi Unyko y rodamos juntos unas vueltas mientras alucinamos con la gente que tenemos a nuestro alrededor. Gente muy joven, elásticos y rápidos. Tras las vueltas de rigor acudimos al control y nos piden el DNI. Como maratonianos que somos desde que tenemos el dorsal nos hemos desprendido de todo. Parece ser que nos dan el trato de atleta típico y nos piden bien el DNI, bien la tarjeta de la Federación. Yo salgo pitando para buscar a mi hijo que tenía mi mochila y Javi se quita los clavos y sale desclazo a buscar el suyo al coche. Esa carrera imprevista me desconcentra un poco.

Nos quedamos diez minutos sentados en unos bancos de la cámara de llamadas. Primero salen las series de las chicas federadas y en poco tiempo nos llaman.


Acude un juez y nos explica el orden de calles. Nos presenta a la persona que nos va a acompañar hasta la pista y seguimos una alfombra azul que habían colocado hasta el acceso a las instalaciones. Absolutamente PRO, chuliqueos a parte solo por esto merece la pena venir.

Con ese rollito pro, internacional a más señas, llegamos a la puerta y como si fuera la peli de romanos en el Coliseo subimos unas escaleras que enlazan con la linea de salida.

Tacos. Evidentemente se sale de tacos.

Ya en la pista me acerco a dejarle el DNI a mi hijo y veo la escena. Varios jueces de la Federación trajinando, los auxiliares de la pista con las cestas, la pantalla gigante con nuestros nombres y la banderita de España (como los concursos de atletismo de Teledeporte¡¡), la cámara situada sobre la salida, los aparatos de medición de salida y respuesta, y los cinco corredores tratando de meterse en los tacos practicando la salida.


Las calles están señaladas con un cajón numerado. Me sitúo sobre la calle 5. Mi hijo me había explicado como se colocan pero de los nervios no soy capaz de hacerlo bien. Pongo y quito el taco, a la distancia de un pie para el de salida y de otro más para el contrario, pero no encuentro una buena posición. Quitaba y recolocaba pero no daba con la posición correcta y al final lo dejé tal cual.

Nos explican que a la señal de preparados las manos no pueden rebasar la linea y que los dos pies tienen que estar sobre el suelo. En la posición de listos el cuerpo tiene que ir arriba y no nos podemos mover.

Me acuerdo de las salidas de maratón. Abrazos, saludos, llamadas, fotos, postureos, risas y mentiras (ya tu sabes, que si suave, que si no he entrenado, que no busco marca y tal y tal).


Trato de apretujar el solomillo con salsa, la tortilla de callos y el gin tonic de ayer junto al puré de lentejas y la carne más flan de castaña de mediodía entre los escasos palmos de terreno que hay entre un taco y otro. Suena una sirena. El de la calle uno no se que coño hacía y han anulado la salida.

Nos colocamos de nuevo y el juez se acerca y nos dice que nos tenemos que levantar todos y salir de a zona de los tacos. La cosa parece ser que es que tienes que retirarte un poco y volver a entrar. Somos Pros e Internacionales. Mola mazo.

Un juez pasa delante de nosotros con un tarjetón verde.

La mayoría somos maratonianos y de esto manejamos poco. El juez lo sabe y nos mira como diciendo, esto es lo que hay. Nos explica que esa tarjeta significa que todo esta correcto.

Volvemos a situarnos en los tacos.

No doy con la posición y me acojona salir fuerte y romper el aquiles. Se que está bien, que lo que molesta es otra cosa pero el miedo está presente.

Suena el disparo y 9.58 segundos después, ejem, 15.25 segundos después todo terminó.

Las carreras ya sean cortas o largas son en el fondo iguales. Arrancas, ruedas y terminas. Aquí es igual. 

Los 100 es una carrera muy técnica. Levantarse es un arte, y colocarse en una posición adecuada para imprimir velocidad es muy difícil. Por el miedo al aquiles no pude salir fuerte, aunque tampoco se si ahora mismo podría haber salido mas fuerte (el hecho es que fui el segundo peor en salir y curiosamente el que peor salió fue el que ganó). Cuando logro incorporarme me doy cuenta que me quedo atrás desde el principio y que pese a querer imprimir velocidad mis piernas no lo consiguen.

En condiciones normales, hubiera salido como un resorte y en cero coma estaría arañando el suelo con los metatarsos, pero ese ya no soy yo. 

Cuando llego a la mitad me doy cuenta de que para alcanzarles tengo que dar más velocidad y trato de levantarme sobre las puntillas pero para correr rápido se necesita piernas, equilibrio, impulso coordinado y mil cosas más a las que ahora soy incapaz de llegar.

Me cabreo al ver que no soy capaz de hacer lo que antes hacía con facilidad.

Aprieto todo lo que puedo, que es poco, y los pies me bailan dentro de las zapas Llego a meta y el de la calle derecha se cae al suelo al entrar. No es que la desgracia ajena me alegre pero me satisface pensar que no he sido yo el primer corredor en darse una leche en la nueva pista de Moratalaz.




Mi hijo hace un vídeo de la carrera y por pudor no lo cuelgo en el blog, me veo y no me reconozco, y me invade esa rara sensación de que "si corro mal lento ¿cómo puedo creer que correré bien rápido?".

Javi hace un carrerón tremendo, nada que ver con los siete minutos/k que se gastan los ultras en esas lides, pero nada de nada. Un maquinón. Nos despedimos y seguramente nos veamos el año que viene de nuevo en el mismo sitio.

Me cambio, y mientras repaso los 15.25 segundos que he vivido como si fueran 9.58, me acuerdo de la gente que no puede correr, de los que están en fase de estropicio, de lo que ya se han operado de algo, de los que están saliendo y de los que se han visto obligados a no correr. No es para decir que si yo puedo tu también puedes, eso sería una tontería, es para deciros que me he acordado de vosotros. 

Paso un rato viendo a las pertiguistas, corredores, saltadores, una auténtica maravilla. Saco unas fotos, el azul vivido de la pista es adictivo y poco más.

En resumen. Vi, llegué, corrí y me convencí. Amo el atletismo, amo la velocidad y yo no me voy a poner peros..

viernes, 18 de julio de 2014

¿A qué llamamos buenas sensaciones?. La percepción personal del propio cuerpo y las notas acertadas de un piano.

Como siempre, no pretendo un estudio profundo en la materia, ni trato de iluminar con datos y conceptos, tan solo me hago preguntas y lo cuento aquí.


 En esto de correr con cierta asiduidad te descubre cosas curiosas. Un día sientes que "vas bien" y otro crees morir, pero cuando vas a comparar los dos entrenamientos ves que las cifras son similares, e incluso el día malo ha podido ser incluso mejor que el bueno.

Endorfinas, oxigeno en sangre, lactato, movilidad articular, ¿...?. Ni idea. O una cosa o todas a la vez. la cuestión está en que cuando identificamos claramente un entrenamiento como óptimo, lo hacemos independientemente de las cifras. Aún importando el tiempo de la serie, el desnivel de la cuestarraca, el lapso entre cambio de ritmo y sus números finales, al final, por mucho que estas cosas cuenten, nos decimos eso de "hoy bien" si al terminar nuestro cuerpo nos aplaude.

Ahí, en ese punto de vista, la psique manda, la percepción del estado de nuestro cuerpo varía en función de cierto grado de satisfacción personal, lo que ponemos a ese entrenamiento, lo que llevamos de carga emocional.

La cifra final, el castigo físico, el esfuerzo, son valores necesarios en maratón, son los versículos del libro sagrado de arte de correr, pero son testigos mudos y cerrados, no significan nada más allá que un número. Es el corredor el que hace bueno al número.

Puedo, quiero, tengo. 
Muero, vivo, corro.

Correr es un verbo con la doble cualidad de transitivo e intransitivo, se define por sí mismo y por su relación con el objeto directo.

A veces dejarlo en si mismo es engrandecerlo, otras veces se nos queda corto y lo tenemos que poner en relación con otras cosas.

Incluso la percepción de nuestro cuerpo cuando no corremos es importante. Paseando, en el parque jugando con los hijos, o disfrutando de una tarde en el puto Ikea puedes evadirte unos segundos y pensar que eres capaz de correr como africano pese a que la imagen que refleja el cristal del escaparate no deja de descojonarse de ese pensamiento "fumeta" y que el aquiles, psoas o aquello que te esté molestando a ciencia cierta es prueba definitiva e indubitada de nuestras limitaciones y carencias.

Hace años en una conversación con un sacerdote hablamos de la dificultad que tenemos en definir con palabras los sentimientos. Estoy agobiado, define agobiado, qué sientes para decir que estás agobiado, y así hasta lograr un punto casi físico. De lo abstracto al detalle.

Con esto de correr muchos hablamos de sensaciones. Buenas sensaciones. ¿Que son?. ¿Donde las sientes?. ¿Cómo las vives?.

Las buenas sensaciones no necesitan de un buen crono, ni proceder de un gran esfuerzo, ni tampoco de un esfuerzo menor al imaginado, ni correr sin dolor, o correr pese al dolor, no es saber que has hecho algo grande ni algo imaginado o alucinante. Nada de eso.

Es algo más.

Sonaba hace un rato una melodía ligera al piano, las notas fluyen, una pide ser seguida por la siguiente y así sumadas formaban una canción inolvidable. Puede que sea el modo de unir las notas eso que llamamos buenas sensaciones.

lunes, 14 de julio de 2014

NIKE+ Sportwatch GPS en casa.

Esa mañana el repartidor de UPS me entregaba un paquete mientras la multitud agolpada bajo el balcón de mi casa voceaba ¡El Rey ha muerto¡, ¡Viva el Rey¡.


Las lágrimas del pueblo expresaban la pena por el que ya no está y la alegría por el que viene a regir el destino de un pueblo, una nación, la humanidad entera, mi GPS; aquél que dictará cuando es de día y cuando de noche, cuando las cosas empiezan y cuando terminan, lo bueno de lo malo, el Cielo del Infierno, el 42195.

Unos días antes.....

Llamo a NIKE:

-¿Está el Servicio Técnico de NIKE?. ..... Que se ponga.
- Dígame, soy *** (un guiri), en qué le puedo ayudar?.
- Que si saben Uds. porqué mi ordenador ha dejado de reconocer al GPS?.
- Hagamos unas comprobaciones a su Nike Sportwatch. (mola más cuando lo dice un inglés).
Tras desinstalar el programa y reiniciar el GPS el peluco estaba (aún me emociono cuando lo recuerdo) .... muerto.
- Señor, le vamos a enviar un GPS nuevo en sustitución de éste.
- Muchas gracias. (que??????????????????, ¿nuevo por la patilla??????, no puede ser, este es un becario y le van a crujir).
Tras pedirme mi dirección y otros datos, llega a la pregunta chunga:
- ¿Cuando compró el GPS?.
- En el dos mil uinccccccassaskdldk.
- No le he entendido Sr.
- En el 2011, octubre.
Se queda callado. El silencio me estremece el corazón.
- Bueno, está pasada la garantía. (¿a tomar por saco el sueño de GPS gratis?)....... pero como veo que su "perfil es muy activo" se lo enviaremos gratis de todos modos.
- Gracias.

No daba crédito. Un GPS gratis pasada la garantía¡¡¡¡¡¡¡¡¡. No queda ahí la cosa.

- Supongo que sin GPS Ud no puede vivir.
- Pues sí, lo necesito para ya mismo. (esto no ha sido tan así al final).
- Mire, cuando un empleado de UPS se lleve de su casa el GPS antiguo me llama y yo le mando directamente el nuevo, sin esperar a que llegue y se ahorra diez días.
- Se lo agradezco mucho, pues más triste es el medir el tiempo con los dedos ("más triste es robar" pero en maratoniano).
- Bueno le tengo que decir que lamentablemente el modelo negro/verde fosfy no nos queda y solo tenemos el rojo/negro.
- Bueno, no pasa nada. (¡¡¡¡¡Perfecto¡¡¡¡¡ estaba harto del verde y no me atrevía a decírselo y justo era el rojo/negro el que me quería).

Actualidad.

Abro la caja.

Levanto la hoja y ahí está.


Qué emoción.

En brazos de su papá.


Un primer plano de la criaturita, acurrucado en mi brazo.


Abriendo el cofre del tesoro.
Preparado para lo que venga.


En resumen. Hace poco escribía que la vida es como un Tetris, donde vas agolpando piezas que caen desordenadas y te inundan el tablero, pero que en ocasiones logras orientarlas debidamente y de golpe eliminas un tramo importante de filas despejando el juego. La semana pasada ha sido algo así y esto ha venido a modo de estrella invitada, como una prueba intangible pero cierta de que lo improbable a veces ocurre, que las cosas buenas suceden a la vez o cerca de otras no tan buenas, pero que ocurren.

Por otro lado, y esto ya es experiencia de corredor, el dejar de estar vinculado a las referencias del crono me ha dejado la mejor semana desde que he vuelto a correr, he salido seis veces, muchos kilómetros sub.5, siete de ellos en compañía de mi hijo, un día salí hecho polvo y dolorido arrepientiéndome a los doscientos metros pero resultó un rodaje más rápido que el día anterior, he parado cuando no podía llevar el ritmo de mi compañero cuando he querido, sin agobiarme por el ritmo medio, he salido de casa sin estar pendiente de nada y he llegado sin importarme tiempo, distancia o ritmo, valorando la experiencia con un buena o muy buena, con un cansado o menos cansado, con un he disfrutado (invariablemente).

Podría seguir saliendo sin GPS, pero reconozco que al cabo de los días acudiría sin dudarlo a el, como el esclavo que manumitido y liberto contra su voluntad, busca una cadena a la que atarse, pues así el esclavo como el maratoniano, no conocen otra vida que la del yugo a sus amos el tiempo, la distancia y el sacrificio diario.

Mañana martes lo estrenaré. Curiosamente ese mismo día mi colega cumple 50 años, solo sufre cuando va a 4 pelao, él asimila los kilómetros como yo el jamón y el buen vino; entiende esto de correr como yo, somos amigos y nos importa cuando nos dejamos la piel en las calles y caminos pese a que nade nos vea, no ganemos trofeos ni participemos en carreras.

jueves, 10 de julio de 2014

Corriendo sin GPS

Salgo como siempre, a las 6.45. El Sol alumbra y hace viento fresco. 

Llevo camisea de tirantes y me pregunto por qué no está la humanidad entera haciendo lo que yo estoy haciendo en este momento. Incomprensible. 

Algunos madrugadores salen de sus casas y nos miramos. Voy a mi sitio de estirar, me apoyo un poco y preparo los aquiles. 

Mientras estiro un poco NO pulso el botón de activación del GPS y NO tengo que esperar a que encuentre señal. 

Salgo cuando quiero. Troto un poco a no se cuanto. Sigo recto y empiezo la subida que la hago a NO se cuanto. 

Me encuentro a mi compañero de running y vamos a Su NO se cuanto. 

Después de media hora NO puedo respirar y le digo que baje el ritmo que yo NO puedo ir a 4.40 tanto tiempo. Me corrige. Vamos a 4.38. Risas.

Nos reimos y seguimos. Pero al mismo ritmo, "bajar" para él es seguir igual pero sin protestar. 

Termino el rodaje y ha pasado cerca de una hora. NO tengo que apretar ningún botón, ni al subir a casa he de conectarlo al ordenador. Ya está terminado todo.Salir, correr, llegar.Lo de siempre, como siempre, por donde siempre, con el de siempre, pero con letras en lugar de números.

Si es necesario ir con GPS, pero NO es necesario verlo tantas veces como lo solemos hacer. Piénsalo, de verdad: no corras pendiente de tu GPS.


A veces las cifras impiden sensaciones y corremos el peligro de convertirnos en máquinas de tren. 


Ayer tarde Nike me informó que ha enviado un zombi a mi casa.

Le espero con ilusión pero con prudencia.



Mi vida como corredor no puede estar sometida a correr por un camino delimitado a lo largo de dos vías, con destino A un lugar prefijado, que haga su entrada por el Andén tal o cual y a la hora señalada.

Creo que con la lesión, la muerte del GPS y el borrado de marcas de la pantalla he aprendido a ser otra forma de corredor. 

No me refiero a ser mejor o peor, ni saber más o menos. 

Va más con la experiencia de correr y de lo que correr le va cambiando a uno.

Como que correr me aprovecha más al alma. Los sentimientos fluyen por otras direcciones y van dejando otras cosas aun cuando arrastre vicios del pasado. 

(No he sido capaz de colocar texto a un lado y fotos al otro).

lunes, 7 de julio de 2014

Lo comido por lo servido.

Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas (1627):
Significado

Puede ocurrir que hayamos hecho un trabajo sin obtener ganancia alguna, porque los gastos se equiparan con los beneficios, por lo que ni se gana ni se pierde.

Eso, más o menos ha sido mi fin de semana.

Como todo el mundo sabe el viernes se anunciaba el fin del mundo en las noticias. La Tierra acabaría y la Humanidad con ella. Con esa alegría que da saber que el mundo se acaba, marché a cenar y había más meteorito sobre la mesa que el que iba a caer sobre nuestro planeta.

El sábado me despierto y me alegré de que el meteorito no hubiese arrasado la superficie mundial. Como no morí decidí salir a correr. Todo estaba en su sitio, salvo yo que me movía describiendo rotación y traslación. La rotación era interna pues mi estómago pagó a precio de tesoro inca mi gusto por rellenar y vaciar platos. La traslación tuvo lugar desde mi casa de ciudad hasta la Casa de Campo, que bajar es sano y fácil, pero lo de subir son palabras mayores.

Dieciséis kilómetros (16k), ocho a mucho y ocho a poco, en letra y sin cifra, porque eso es lo que tiene salir sin GPS. Para ilustrar la cosa traigo una frase del rodaje del sábado: vamos a 4.35, lo se porque me muero.

La vuelta es a poco porque mi colega de entrenamientos aseguraba promediar el 5 entre la subida y la bajada. El perfil es de valientes, ignorantes y muy al gusto de Rocky Balboa con parte fácil y luego parte dura.

Un rato después a pasear a la montaña y veo una carrera de 100k y otras cosas.









Al mediodía en las noticias insisten en que el Cielo caerá sobre nuestras cabezas. Asterix aferraba a su amigo Obelix y lloraban en las esquinas. Yo lo celebró en compañía de animal tierno que descansa sobre vasija plana y azulada, debidamente repartido en laminas de centímetro. Vino, postre y espera interminable hasta que el Cielo cayera.

No cayó esa tarde y me disgusté. Tanta preparación para nada es un desatino.

El periodista en el turno de noche juraba por sus antepasados que llegaba el momento, que de esa noche no pasábamos. El centro de la Tierra saltaría por los aires y nos llevaría en trozos de roca inmensa hasta el infinito. Pues yo ceno en casa de amigo maratoniano, y pone arroz negro. O estalla fuerte o a mi no me levanta.

Primer plato. Suerte que lo puedo ilustrar.



El segundo plato es muy similar a ese, la diferencia está en el vino. Había varios blancos extremeños y todos buenos. Como el jamón y los quesos. A eso se dedica el amigo. Venta de producto extremeño de calidad. 
No soy de copa, pero estando de champion, ligo una copa y pongo hielo y tónica a la que añado un toque de gin. Es un remedio inventado por el ejército inglés contra la malaria y esa noche temíamos muy seriamente contagiarnos de malaria.

A la mañana siguiente compruebo que de nuevo el Cielo no ha caído sobre nuestras cabezas. Agarro mis trastos de tirada larga, esto es, ropa técnica, crono, dolencia y excusa y me dirijo al lugar de encuentro con el colega de siempre.

Le digo que vengo con el arroz saliéndome por los ojos, copeado y con cuatro horas de sueño y que me volvía a casa, a agonizar de verdad.

El afirma tener la solución. Bajamos hasta Lago y nos tomamos un café para luego volver en metro.

Como el vicio de correr está por encima del defecto de morir le acepto la propuesta y bajamos al modo suyo. Cuatro treinta y poco más. Llaneo a cinco en solitario y el colega se adelanta unos kilómetros para correr a su ritmo. Quedamos en la terraza de un restaurante junto al Lago. Pido un café y dos porras mientras el se desquita con el cuatro "pelao", aterriza y pide un acuarius mientras yo chorreo café de mi porra aceitosa. Ciclistas y corredores se reparten por todas partes mientras acabo el desayuno, pago y vuelvo a casa en metro, repasando unos dieciséis kilómetros mejores que los que había pensado una hora y pico antes.

Aperitivo y comida fuerte para festejar que el mundo no se acaba y cena en un restaurante de comida americana. Si fuera zombi me pido China. No es entendible que un tipo que hace treinta kilómetros un fin de semana acabe el domingo pesando mas de como lo empezó. O me modero o no se yo como va a terminar esto.


Curioseo la suela de mis Adidas y compruebo que desgasto por el exterior, más marcadamente el pie izquierdo. Son plenamente funcionales pero de forma instintiva el naranja gastado evoca en mi mente el naranja Wiggle. 

Al final, lo curioso es descubrir que han sido dos rodajes muy aceptables cuando las circunstancias preveían resultados nefastos, y sin GPS de por medio.

miércoles, 2 de julio de 2014

El espacio entre dos paréntesis

Un corredor no sabe cuando sugió la vida en el universo.
Un corredor no sabe que misterios encierran los agujeros negros.
Un corredor no sabe lo que el futuro deparará.
Un corredor no sabe otra cosa que correr.
Correr.
Y un corredor solo sabe lo que su GPS le dice.
Tiempo, distancia. Ritmo.




Sobre eso construimos los pilares invisibles de esta bóveda estrellada en la que vivimos.
Separa el principio del fin, ordena el cosmos y establece jerarquías.
Respiras, ahora no respiras.
Juego aeróbico de alegrías y tristezas anaeróbicas.


Hoy despido mi kairos, que nacido en octubre de 2.011 yace ahora muerto, envuelto en una historia de resurrección que pronto desvelaré.
En breve iniciará su última tirada larga, destino de Bélgica.





Hoy abro paréntesis. No se cuando se cerrará, espero que pronto.
Y aquí quedo, asombrado de lo que está ocurriendo y que aún no puedo desvelar.

07.09.2011-01.07.2014
RIP
Tus colegas runners no te olvidan.