Llevo años intentando llegar corriendo a la linea del horizonte, que es el sueño de todo maratoniano.
Tras el decreto del estado de alarma parece que esa línea la han colocado en el portal de nuestras casas.
Ser maratoniano es una mezcla de edad y juventud, experiencia e inexperiencia, salud y limitaciones, capacidad e incapacidad, valor y temor, fuerza y debilidad, alegría y tristeza, esperanza y frustración.
Cada vez que el dios del maratón agita la mezcla nos sale un maratoniano único.
Todos somos diferentes, y lo único que nos iguala es la distancia, y nos la han quitado en estos días.
Mi compañero de correr se ha comprado una máquina de correr para aguantar estos días.
Yo no hago nada porque si la linea del horizonte no está al lado del infinito no me vale nada.
Ser maratoniano es también una mezcla de saber que corres, saber que corriste y tener en mente que vas a correr. La línea del horizonte como en la vida, marca la línea del infinito, la línea donde detrás están tus sueños. Hacia allí corres, donde tu imaginación te lleva y donde sabes que eres feliz, sea real o no, es lo que buscas, donde ya no escuchas tus pisadas y donde sólo tu mente vuela. Privilegio de unos pocos. ;)
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